Primer plano de Olvido Hormigos con rostro serio

El caso de Olvido Hormigos se repite: las fotos sin ropa de una política

El vídeo de Olvido Hormigos difundido por las redes supuso un antes y un después en la vida de la expolítica

Lleva años alejada de la televisión, pero el nombre de Olvido Hormigos nunca se olvida. Ella jamás hubiera imaginado que su vida cambiaría en cuestión de segundos.

Y todo, después de que se difundiera por redes sociales un vídeo suyo de alto contenido sexual. A partir de ese momento, comenzó la pesadilla de Olvido Hormigos.

Olvido Hormigos
Olvido Hormigos vivó una pesadilla al difundirse en redes un vídeo comprometido suyo. | GTRES

La pesadilla de Olvido Hormigos

La exconcejal del PSOE en Yepes, Toledo, fue invitada a dimitir, algo que ella negó rotundamente. “Lo he pensado y no voy a dimitir. Hay cosas mucho peores en política y al fin y al cabo, lo que yo he hecho no es ningún delito.”, explicaba.

“¿En qué he perjudicado yo a nadie? Soy una víctima”, confesaba al periódico El País. A partir de entonces, se vió en la obligación de explicar todo lo sucedido con detalles.

Incluso, explicar cómo pudo filtrarse ese vídeo, uno que terminó por acabar su carrera como política.

“No me robaron el móvil, no sé cómo ha pasado, solo sé que empezó a difundirse por WhatsApp. En dos horas lo tenía todo el pueblo y gente de los pueblos de alrededor”, explicaba compungida.

Imagen de un primer plano de Olvido Hormigos en un photocall
Olvido Hormigos se armó de valor y supo como superar esta situación. | GTRES

El tema estuvo durante semanas en boca del pueblo hasta que llegó a convertirse en trending topic en las redes sociales. Fue tal la presión que no tuvo más remedio que dimitir.

“Estoy muy mal, todo esto nos está afectando mucho a mí y a toda mi familia. Nos ha superado la situación, pero habrá que abrir el paraguas y aguantar el chaparrón”, explicaba a cámaras.

Con el paso del tiempo, Olvido Hormigos supo componerse y aprovechó esta fatídica situación para salir reforzada. Ahora no quiere saber nada de la televisión, pero formó parte de la actualidad del corazón durante mucho tiempo.

Lo llamativo y triste es que esta historia, que no se iba a repetir, ha vuelto a ocurrir. Y de nuevo, con una mujer dedicada a la política.

 

Roban fotos a una senadora de Estados Unidos

Al igual que Olvido Hormigos, Lauren Book, de 37 años y senadora de Estados Unidos, vive una auténtica pesadilla. Tras arrastrar un pasado de abusos sexuales, narra ahora cómo han intentado extorsionarla.

En el caso de Lauren Book, se trata de unas imágenes que envió a su marido y que fueron robadas en la nube. Se vendieron y exhibieron en Internet en 2020.

Lauren Book de perfil hablando con un hombre que aparece de espaldas
A la senadora Lauren Book le robaron fotografías sensuales que envió a su marido. | www.laurenbook.com

Además de ver en primera persona cómo sus fotografías corrían como la pólvora por redes sociales, Lauren Book recibió comentarios hirientes sobre su físico.

“Odio que me haya pasado esto. La verdad sea dicha, si no fuera por mis hijos, habría terminado con mi vida”, explica la senadora.

Por su parte, Olvido Hormigos, dejando atrás la rabia, supo salir a flote. Tras dimitir, quiso formar parte de la televisión y ocupar la actualidad de la prensa rosa.

“Ahora su hija es más mayor y no quiere que se remuevan ciertos capítulos de su vida televisiva que podrían afectarle”, explica su entorno

En contra de la venta de pornografía

Una decisión que no se asemeja a la de la senadora de Estados Unidos. Tras lo ocurrido, Lauren Book sigue luchando contra la injusticia y ha actuado.

Este martes presentó un proyecto para reforzar la ley de pornografía de Florida. La intención de Lauren Book es convertir en delito comprar, vender o intercambiar imágenes sexuales robadas de cualquier dispositivo.

“Todavía hay imágenes subidas y mi abogado está tratando de eliminarlo todo. Nunca se irán, la gente lo compraba, la gente lo intercambiaba, y esto no es único. Esto está sucediendo todos los días”, explica Lauren Book.