Isabel Pantoja con gafas de sol y bufanda, se tapa la boca con la chaqueta

Sorpresa en Cantora: Isabel Pantoja no da el último adiós a su madre

Isabel Pantoja ha sorprendido con su decisión de afrontar su dolor en privado

Isabel Pantoja es una mujer que, por su experiencia en los escenarios y como personaje de la prensa rosa, controla muy bien los medios. Es más, sabe perfectamente cómo actuar delante de ellos e incluso la imagen que ofrecer en cada momento ante los mismos.

Precisamente por este motivo ahora está evitando que aparezca publicada la fotografía que más teme. Una en la que salga destrozada tras la muerte de Ana Martín, su madre. No quiere que se la vea hundida, triste y desolada. 

Para evitar dicha instantánea ha tomado varias determinaciones en las últimas horas. Determinaciones que han sorprendido, ya que han llevado a que no le dé el último adiós a aquella.

Isabel Pantoja y sus decisiones para que nadie la vea hundida

Para Isabel, el fallecimiento de la mujer que le dio la vida es uno de los trances más duros que ha vivido, pues esta ha estado siempre a su lado. Fue la que se empeñó en que se convirtiera en artista y siempre ha ido con ella de escenario en escenario. Y también ha sido quien la ha ayudado a sacar adelante a sus hijos, especialmente después de que su esposo, Paquirri, muriera.

Por todo esto, la pérdida de Ana es uno de los mazazos más difíciles que está afrontando. De ahí que se encuentre absolutamente desolada, pero no quiere que nadie pueda verla hundida. No quiere que su imagen destrozada se convierta en portada de revistas o aparezca en televisión.

Para lograr este propósito ha tomado distintas decisiones de cara a evitar que alguien pueda tomar la citada fotografía. Y estas han supuesto que no acompañe a aquella de forma pública, lo que ha sorprendido muchísimo.

En primer lugar, según la revista Lecturas, ha optado porque la fallecida no tenga ningún tipo de funeral ni de sepelio. Por esto, el cadáver de aquella fue llevado directamente al tanatorio de Jerez de la Frontera. Isabel se ahorró tener que velar el cuerpo, lo que hubiera propiciado que medios y curiosos acudieran para presenciar el último adiós a la anciana.

En dicho tanatorio se procedió poco después a incinerar a la difunta y fue Agustín Pantoja el encargado de recoger la urna con sus cenizas. Lo hizo solo, sin compañía de la tonadillera.

En segundo lugar, la cantante ha tomado la decisión de, como ha hecho en tantas ocasiones duras, encontrar en Cantora su refugio. En la finca se ha encerrado 'a cal y canto' para no ser vista y poder llevar su dolor en la más estricta intimidad.

A tal punto llega su deseo de que nadie la vea sufrir que ha pedido expresamente que ningún amigo vaya a visitarla. No quiere mostrar su debilidad a nadie, ni siquiera a quienes en estos duros momentos podían reconfortarla en cierta medida.

Isabel Pantoja solo ha hecho una excepción a sus medidas

Como hemos mencionado, Isabel ha sido muy firme a la hora de evitar ser vista sufriendo por la pérdida de doña Ana. No obstante, ha hecho una excepción. Sí, ha permitido que personas muy concretas puedan entrar en Cantora para verla y estar a su lado en este trance.

Nos estamos refiriendo a sus hijos, Kiko Rivera e Isa Pantoja, y a su sobrina, Anabel. Esto sin olvidar a Raquel Bollo y al hijo de esta, Manuel Cortés.

Desde hace meses no tiene relación con sus vástagos, pero ahora necesita el cariño de ellos. Y ha accedido a que, como querían, puedan verla. Ayer fue cuando de madrugada llegaron a la finca.

Su viaje hasta Medina Sidonia no fue nada fácil. Estaban en La Graciosa para asistir a la boda de Anabel, que tendrá lugar mañana. Entonces, tomaron un vuelo hasta Cádiz y desde allí se trasladaron en coche hasta la residencia de la tonadillera.

Cansados y desolados es como aparecieron los jóvenes. Kiko estaba especialmente destrozado, pero esto no le impidió intentar limar asperezas momentáneas con la cantante. A pesar del conflicto que tienen por la herencia de Paquirri, dejó de lado el orgullo y no dudó en darle el cariño que requiere.