Francisco Mulet

Paco, de pedir en la calle a abrir un bar y desaparecer de la noche a la mañana

Sus amigos le ayudaron a cumplir su sueño, pero se fue sin avisar y nadie sabe dónde está

La desaparición de Francisco Mulet parece sacada de un guion de película, pero ha sucedido en la vida real. Concretamente en Foz (Lugo), donde este hostelero se esfumó el 6 de septiembre dejando a sus tres trabajadores en la estacada. Los que le conocen no se explican qué ha podido pasar.

Esta historia es más compleja de lo que parece, porque hace apenas algunos meses el desaparecido vivía de pedir dinero en la calle. En poco tiempo consiguió montar un local y dar trabajo a tres personas. Pero se ha marchado sin avisar, y ahora sus empleados están angustiados y tratando de encontrarle.

Un golpe de suerte

Según desvela La Voz de Galicia, Francisco Mulet llegó de Mallorca a Galicia hace tanto tiempo que nadie lo recuerda con exactitud. Hace aproximadamente un año, empezó a recibir ayuda de Cáritas por la difícil situación que pasaba. Paco pedía limosna a las puertas de la iglesia y del supermercado para sobrevivir. 

Algunos de los que conocían a Paco le habían visto incluso dormir en la estación de ferrocarril, porque no tenía techo. Pero su suerte dio un giro radical cuando fue beneficiado por el proyecto 'Agarimo' de Cáritas. Se trata de un proyecto para ayudar a personas en situación de exclusión social a salir adelante. 

Gracias a esta ayuda pudo obtener alimentos y un lugar donde asearse. Ese fue el inicio de una nueva vida para Paco, que desde que llegó se integró muy buen e hizo muy buenos amigos. Era tan querido por sus vecinos, que estos se propusieron cumplir su sueño de tener un bar.

De hecho, poco se sabía de la vida de Francisco excepto que tenía experiencia en el sector de la hostelería y que tenía un trato exquisito. Durante una entrevista desveló que su sueño era regentar el bar marinero A Ribeira, toda una institución en Foz. Pensaron que sería una buena idea recuperar el local y ayudar a Francisco.

El negocio reabrió a mediados de junio y tuvo tan buena aceptación que un mes después colgó un anuncio buscando camareros. A Ribeira ha vivido un verano frenético absorbiendo buena parte de los turistas que visitan la localidad gallega. Todo parecía ir viento en popa, hasta que el 6 de septiembre desapareció.

¿Dónde está Paco?

¿Dónde está Paco? Este sigue siendo el gran misterio de este hombre que se fue sin avisar ni decir adónde iba. Hay quien dice haberlo visto el pasado jueves en un conocido local hostelero de Villaframil, en Ribadeo. Pero todo son suposiciones y por ahora no hay pistas fiables sobre su paradero.

En un inicio se pensaba que habría podido huir a Mallorca, su tierra natal, pero allí tampoco hay noticias de él. No se explican cómo un hombre de trato tan exquisito ha podido desaparecer de la noche a la mañana, teniendo tres personas a su cargo. Hacía pocos meses que había abierto el negocio, y la cosa le iba bien.

"Ha sido un sueño cumplido que he podido hacer realidad con la ayuda de algunos amigos que me han ayudado". Así de ilusionado se mostraba Francisco cuando abrió el restaurante. Ahora sus tres trabajadores y la propietaria del local se han quedado sin cobrar y en una situación de indefensión.

En el perfil del restaurante han dejado un número de teléfono que no responde y una fecha de nacimiento aproximada, 1962. Francisco, o Paco como le conocen todos, es delgado y de baja estatura, pelo cano y con gafas. No saben si se ha ido de forma voluntaria o ha podido pasar algo, pero hay sospechas.

Desconfiaban de él

El 10 de agosto empezó a trabajar en A Ribeira el cocinero, que desconfió desde un primer momento de Francisco. Este se marchaba cuando el bar estaba a tope, se negaba a renovar la vajilla y daba signos de no estar comprometido con su negocio. Aun así asegura que este verano se ha hecho mucho dinero en el negocio.

El pasado 7 de septiembre, el cocinero llegó al local para empezar su jornada laboral pero estaba cerrado. Francisco se había llevado las llaves y la televisión, aunque las neveras seguían encendidas. Mandó un último mensaje desde un número oculto, diciendo que estaba en Mallorca cuidando de su madre enferma.

Desde entonces, los empleados se encuentran en una situación de impotencia ya a la espera de ver cómo queda su situación. A dos de ellos se les acaba el contrato el 31 de este mes, pero siguen dados de alta y Francisco no ha liquidado la empresa. Ahora tendrán que iniciar una batalla legal por sus derechos.