Foto en primer plano de la víctima

Jaime, el niño fallecido en brazos de su madre que ahora es un símbolo en España

Los afectados por la intoxicación del aceite de colza piden al Gobierno respeto y visibilidad

Jaime Vaquero García tenía 8 años y vivía en Torrejón de Ardoz, Madrid, junto con sus seis hermanos y sus padres, Carmen y Carmelo. El 1 de mayo de 1981 murió camino del hospital en brazos de su madre. No lo sabía, pero se acababa de convertir en el símbolo de la mayor tragedia por intoxicación alimentaria en España.

40 años después, seis afectados crónicos por el aceite de colza se han atrincherado en el Museo del Prado y han lanzado una amenaza. Si el presidente del Gobierno no accede a sus demandas, se suicidarán. ¿Qué es el aceite de colza, y qué sucedió en aquella crisis?

Imagen de la protesta
Afectados encerrados en la sala de Las Meninas de Velázquez | La Noticia Digital

Jaime, la primera víctima

Los padres de Jaime fueron algunos de los muchos españoles que en aquel tiempo compraban aceite de oliva a bajo precio en los mercadillos. Sin saberlo, estaban comprando un producto adulterado que desataría una crisis alimentaria nunca vista en España. El aceite de colza dejó decenas de miles de lisiados y mató a 5.000 personas.

Foto de los padres con un retrato de la víctima
Los padres de Jaime con su retrato | Cedida

El primero de todos fue Jaime, un niño de 8 años que había ido a urgencias porque se encontraba mal. El médico les dijo que era una gripe y le recetó un jarabe. “Estuvo malo toda la tarde, y a partir de las diez se puso peor”, recuerda su madre.

Su agonía antes de morir

Después de varias horas con dolor abdominal, fiebre y vómitos, tuvieron que llamar a una ambulancia. Jaime se sentó en el regazo de su madre para hacer el viaje, y ni siquiera recibió oxígeno. Poco antes de llegar al hospital de La Paz hizo un pequeño movimiento, y murió. 

Jaime fue la primera víctima de un total de 5.000 reconocidas por la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU). La intoxicación dejó 60.000 afectados, 20.000 de los cuales siguen teniendo hoy secuelas. Jaime se convirtió en un símbolo del “mayor envenenamiento de la historia de España”.

Decenas de miles de afectados

La propia familia del niño se vio plenamente afectada. Carmen y sus otros seis hijos estuvieron a punto de morir y, a fecha de hoy, siguen teniendo calambres, dolores musculares e insomnio. Pero al principio, sus dolencias eran todo un misterio.

Tras la muerte de Jaime, los fallecidos y los afectados empezaron a aumentar, desatando el pánico. Los casos se extendieron a otras ciudades de España y los expertos trataban de buscar una respuesta a contrarreloj. No fue hasta un mes y medio después cuando se descubrió el origen: el aceite de colza.

¿De qué murió Jaime?

Inicialmente nadie sabía de qué habían muerto Jaime y las primeras víctimas. Primero se dijo que era una neumonía atípica, luego la enfermedad del legionario. Incluso se barajó la ornitosis, una dolencia transmitida a través de las aves.

Un mes y medio después descubrieron que el origen estaba en el aceite que la familia Vaquero había comprado en un mercadillo. “Vino un médico a mi casa a decirme que no tocáramos el aceite, pero que no dijera nada a nadie porque estaba seguro”, explica Carmen.

Imagen de archivo en un mercadillo
Fue la mayor crisis por intoxicación alimentaria en España | Cedida

El colapso en los hospitales y el pánico desatado en la población dieron lugar a una de las peores crisis sanitarias en España. El 17 de junio de 1981, el ministerio de Sanidad admitió que el aceite de colza era la causa del brote mortal. El material envenenado había llegado de Francia y había sido distribuido desde Alcorcón.

Aceite adulterado para consumo humano

El aceite de colza se fabrica a partir de la semilla de un tipo de planta. Después de la segunda guerra mundial se hizo muy popular en Europa, y España se convirtió en uno de los productores. Se utilizaba sobre todo para el ámbito industrial y la exportación.

Pero en 1981 una remesa procedente de Francia había sido adulterada para el consumo humano. El aceite de colza se procesó con algunos aditivos y comercializado en los mercadillos como si fuera aceite de oliva. Se vendía en garrafas de cinco litros, sin etiquetado, a un precio más bajo de lo habitual.

Siguen luchando

Los afectados por el envenenamiento sufrieron neumonía atípica, pero también manchas en la piel, afectaciones en el sistema motor, fibromialgia, fatiga crónica, dolor crónica y deformidades articulares. De ahí nació la plataforma Seguimos Viviendo, que hoy ha llevado a cabo la acción en el Museo del Prado.

La sentencia condenatoria llegó tarde y mal. El juicio contra los responsables no comenzó hasta 1987, y no fue hasta 16 años después que el Tribunal Supremo declaró al Estado responsable civil subsidiario. Aun así, las indemnizaciones fueron recortadas para compensar los gastos sanitarios.

Las víctimas del aceite de colza se sienten marginadas y menospreciadas. Llevan años luchando contra el olvido y la discriminación, pero han dicho basta. Se niegan a morir en silencio, y exigen al Gobierno reparación y visibilidad.