Crystal Straus y John Tiedjen

Se enamora del hombre que mató a su hermano tras enviarse cartas desde la cárcel

Crystal y John se han dado el 'sí quiero' a pesar de que él lleva más de treinta años en la cárcel por asesinato

El 1 de abril de 1989, un joven de 18 años llamado Brian McGary fue hallado sin vida en su apartamento de Cleveland, en Estados Unidos. La víctima presentaba una puñalada y una bala en la cabeza. Su compañero de piso, John Tiedjen, fue arrestado como presunto autor del crimen.

En un primer momento dijo que su amigo se había suicidado, pero después confesó que lo había matado en defensa propia. John fue considerado culpable de asesinato y pasó todos estos años en la cárcel. 32 años después ha salido en libertad y se ha casado con Cristal, hermana de la víctima.

La rocambolesca historia de amor entre John Tiedjen y Crystal Straus acapara ahora toda la atención. "No pienso en nadie más y quiero estar con ella toda mi vida", asegura el hombre. "Confío plenamente en la inocencia de mi marido, y no veo ningún problema en casarme con él", ha declarado ella.

En el momento de los hechos John tenía 25 años y aunque confesó el asesinato también argumentó que no recordaba nada. Ya en la cárcel emprendió una batalla legal para defender su inocencia. Según explicó a los medios, no había ningún indicio real que le vinculara con el asesinato del joven.

Ambos defienden su inocencia

"No tenía quemaduras de pólvora, ni residuos de disparos, ni sangre, ni cortes, ni raspaduras, nada en mi persona ni en mí ni en mi ropa", dijo en News 5. El informe pericial recogía que el arma homicida tenía sangre de la víctima, y que por lo tanto se había realizado un disparo de cerca. Eso abría algunas dudas razonables.

Fue entonces cuando la hermana de la víctima, Crystal, decidió escribir una carta al condenado por el crimen. Le enviaba cartas a la cárcel en busca de respuestas, pero poco a poco se fue creando un vínculo entre los dos. Ella no solo acabó creyendo en la inocendia del reo, sino que también se enamoró de él.

La justicia norteamericana ha aceptado una revisión del caso, y John ha salido en libertad a la espera de comparecer ante un nuevo tribunal el 31 de agosto. Él y Crystal han aprovechado la ocasión para darse el "sí quiero" ante todos. John le propuso casarse en Año Nuevo, y ella dijo que sí sin dudarlo.

"La gente no puede entender el tipo de conexión que nosotros tenemos", afirmó la mujer. "Los dos teníamos algo en común, la pérdida de Brian, empezamos hablar y surgió el amor", explica. Fue durante un viaje que ella realizó en 2016, cuando envió la primera carta al hombre convicto por el crimen de su hermano.

La extraña atracción por los criminales

'Hibristofilia' es el nombre científico del trastorno por el cual algunas mujeres sienten atracción sexual por los criminales. Estas personas se sienten atraídas por la posibilidad de cambiar a personajes monstruosos, y por una irrestible necesidad de protección. Suelen contactar con ellos mediantes cartas de amor.

Las personas con ese trastorno se enamoran de un asesino y les escriben cartas a la cárcel. En ellas les dicen cuánto les admiran y desean, e incluso les hacen propuestas de matrimonio. Este es el caso de John y Crystal, en cuya situación parece que el amor salió de forma inesperada y espontánea.

El caso más célebre de 'hibristofilia' es el de Ted Bundy, uno de los criminales en serie más famosos de la historia. A pesar de sus actos atroces, recibió centenares de cartas de amor en la cárcel donde cumplía condena. También Charles Manson generó una gran fascinación en el público femenino. 

Mariya es una mujer que decidió hacer público su trastorno. De muy joven empezó a sentirse atraída por criminales como Ted Bundy, Jeffrey Dahmer y Richard Ramírez. "Mi favorito, sin duda, es el pedófilo y asesino en serie Wayne Henley", dice sin reparos esta joven que lleva sus tatuajes en la piel.

Mariya les escribe cartas, piensa en ellos y "en lo atractivos que son" durante todo el día. Tiene las paredes de su habitación empapeladas con sus fotos, y les envía cartas de felicitación por sus cumpleaños. Es un caso extremo de un trastorno más extendido de lo que se piensa, como lo demuestra el caso de Crystal.