Una mujer vacunándose en el Wizink Center de Madrid (09/04/2021).

La OMS informa de un brote de fiebre amarilla: 'Hay que vacunar'

El organismo internacional ha confirmado un brote de 7 casos que podría aumentar en las próximas horas

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha alertado este jueves, 14 de octubre, de una nueva enfermedad que levanta preocupación. Se trata de la fiebre amarilla, de la que se ha detectado un brote de hasta siete personas en Venezuela. Esta enfermedad es endémica de este país y otros de Sudamérica, lo que significa que se producen brotes y nuevos casos con frecuencia.

Aun así, la OMS ha recomendado a la población de la zona que se vacune para aumentar su protección ante la fiebre amarilla. Se da la circunstancia de que seis de las siete personas contagiadas no estaban vacunadas contra la enfermedad. 

Los siete casos han sido confirmados después de realizarles las pruebas de laboratorio correspondientes el pasado mes de septiembre. Por ello, la OMS urge a vacunar a una mayor porción de la población, especialmente si viven en zonas amazónicas. 

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La fiebre amarilla es transmitida por diferentes clases de mosquitos, tres de los cuales se encuentran en Venezuela. Dos de ellos (Haemagogus y Sabethes) están en áreas forestales, por lo que se recomienda aumentar la vacunación en estas zonas. 

Pero hay una tercera clase (Aedes agyepti) está activo en ciudades y zonas urbanas, por lo que también habría que tenerlas en cuenta. Los siete casos confirmados se han detectado en una comunidad rural del estado Monagas.

Venezuela se une así a la lista de países que han notificado casos de esta enfermedad en los últimos dos años. En 2020, solo Perú y Brasil informaron de algún caso en Sudamérica. Este 2021, Venezuela se une a ellos y ya son tres países con casos confirmados. 

Qué es la fiebre amarilla

La fiebre amarilla es una enfermedad vírica aguda endémica de algunas zonas tropicales del mundo. Entre ellas, las zonas tropicales de África, de América Central y de Sudamérica, como la selva amazónica. 

Generalmente, solo una pequeña proporción de los casos diagnosticados en el mundo cada año presenta complicaciones. Pero en estos casos, casi la mitad de los pacientes terminan perdiendo la vida. 

Sus síntomas más habituales son la fiebre, las cefaleas, dolores musculares, náuseas, vómitos y cansancio. Además, en algunos pacientes se produce también ictericia, es decir, la coloración amarilla de la piel, lo que da nombre a la enfermedad.

En los casos más graves, algunos síntomas pueden ser hemorragias graves y la enfermedad puede convertirse en hepática. En este último caso, el 50 % de los pacientes fallecen al no poder superar las condiciones. 

Afortunadamente, existe una vacuna muy efectiva contra esta enfermedad, aunque todavía no tiene cura. Es decir, si una persona se contagia, solamente se le puede dar tratamiento a los síntomas y esperar a que el propio organismo la combata. 

Debido a su capacidad de transmisión por mosquitos, puede convertirse en un problema de salud pública en áreas densamente pobladas. Se estima que se detectan unos 200 000 casos de la enfermedad cada año en el mundo, de los que 30 000 enfermos mueren. 

Los colectivos con más riesgo son aquellos que no están vacunados, ya que la vacuna previene el contagio de forma muy eficaz. La profilaxis fue desarrollada en el año 1937 y ha demostrado ser un método eficaz para evitar la transmisión.

De hecho, la vacuna contra la fiebre amarilla suele recomendarse a los viajeros que se desplazan a áreas de riesgo. Una sola dosis de la vacuna suele ser suficiente para proteger a la persona de por vida y no se necesita dosis de refuerzo.

Actualmente, en algunas partes del mundo se administran dosis cinco veces inferiores a lo habitual. Esto ha provocado que la inmunidad frente al virus descienda, aunque puede llegar a durar hasta 10 años.