Marta Ribada Abilleira

Último adiós entre lágrimas a Marta, fallecida con 14 años: ‘Una esperanza truncada’

Marta Ribada murió de un cáncer infantil el pasado 16 de agosto, y sus seres queridos se han despedido de ella

La localidad pontevedresa de Marín sigue consternada por la muerte de Marta Ribada. La joven de 14 años llevaba más de dos años batallando contra un cáncer. Esta semana se ha conocido su muerte, y sus amigos y familiares le han podido dar el último adiós.

Marta era una niña con una gran vitalidad y espíritu de superación. Gran aficionada al deporte, nunca se rindió y persiguió sus sueños hasta el final. Gracias a ello, en 2019 pudo conocer a su ídolo, el triatleta Javier Gómez Noya, que le regaló su medalla de bronce.

A Marta le diagnosticaron hace algo más de dos años un osteosarcoma, un tipo de cáncer infantil alojado en los huesos. Desde entonces estuvo en manos del equipo médico del Hospital Clínico de Santiago, encabezado por el doctor Manuel Fernández Sanmartín.

Los médicos han intentado por todos los medios salvar a Marta, pero al final no pudo ser. Su muerte ha causado un dolor irreparable en quienes la conocían. Así lo atestigua la carta de Julián, un familiar de la pequeña, publicada en el Diario de Pontevedra.

"Esa esperanza que tus padres, hermanos, abuelos, tíos y primos siempre tuvimos, de pronto se vio truncada la madrugada del 16 de agosto", escribe Julián. En el texto se puede leer: "Te has marchado, en silencio sin decirnos nada, como si se tratase de un viaje a escondidas para no preocupar a tus padres".

Último adiós en medio de un gran dolor

Los allegados de Marta han podido darle el último adiós estos días. Sus compañeros de clase le rindieron un "precioso y emotivo" homenaje de despedida en el colegio Calasancio de Pontevedra. En el tanatorio de San Marcos de Marín, sus amigos y familiares se despidieron de ella con lágrimas en los ojos.

Julián hace especial referencia a Álex, un primo de 9 años al que Marta "siempre protegía y con el que tenía una gran complicidad". "Álex fue elegantemente vestido a decirte adiós, y pidió a su madre Rebeca llevarte un ramo de flores con una dedicatoria", cuenta. En ella se podía leer: "Marta, nunca te olvidaré".

Según describe en su carta, "con la cabeza erguida, como un auténtico gladiador, subió los escasos peldaños que llevan a la Sala 1 donde te encontrabas. Delante de ti puso ese hermoso ramo de flores. El mejor homenaje que un gladiador puede rendir a su diosa en el Olimpo".

En su crónica desvela que llegaron tantas flores al tanatorio que tuvieron que habilitar una segunda sala para exponerlas. Luego tuvo lugar el sepelio, en el Cementerio Municipal de A Raña, y fue "de lo más emotivo y triste". La comitiva, "en profundo silencio", estuvo presidida por los padres, Luis y Virginia.

"Con los llantos contenidos en las gargantas marchábamos a paso lento, no cabía más pena interna entre todos nosotros", relata el autor del texto. Marta descansa ahora "con la preciosa ría de Pontevedra de fondo, con grandiosos eucaliptus que presiden tu nueva casa y siempre te acompañarán".

Marta se reencuentra con su abuelo Luis

"Cansada de luchar, decidiste ir a reunirte con tu abuelo Luis Ribada", dice Julián en un momento del texto. Luis Ribada fue jugador de la Selección Española de fútbol, del Real Madrid, del Pontevedra y del Osasuna. Fue extremo izquierdo y jugó en primera y segunda división durante los años sesenta.

"Fue una gran persona a quien tuve la suerte de conocer y disfrutar de su enorme bondad y gratitud", escribe Julián. Por eso dice que "el consuelo que nos queda es que te has reunido con quien más puede quererte y protegerte, tu guardián y protector". 

Marta heredó de su familia el gen deportivo, y compartía con su padre y su abuela María la afición por el Barcelona. "Pero ante todo eras futbolista, y amabas todo cuanto tuviera que ver con el deporte", explica Julián. De hecho, el deporte fue una válvula de escape para Marta durante la enfermedad.

Su ídolo deportivo era el triatleta Javier Gómez Noya, que en 2019 le mandó un mensaje de ánimo cuando estaba en el hospital. Meses después, la joven pudo asistir a un campeonato internacional en Pontevedra y conocer de cerca al deportista. Javier le regaló su medalla de bronce cumpliendo así su sueño.

"Te has ido con tan solo 14 años, sin disfrutar de esa juventud que irradiaba tu cara, nunca te olvidaremos", le dice Julián en representación de todos sus seres queridos. Javier Gómez Noya también tuvo unas palabras de despedida: "Los que tuvimos la suerte de conocerla, no la olvidaremos nunca".