Alfredo, su nieto y la pareja de este

Alfredo, el español que ha sido enterrado por su hijo: marcado por la tragedia familiar

Su nieto y su pareja a punto de dar a luz murieron en la mayor tragedia del deporte español

Alfredo Pereiro, el enterrador de Cambre (La Coruña), ha muerto a la edad de 78 años. Era muy conocido en el pueblo después de toda una vida enterrando a los difuntos. El lunes se fue de este mundo mientras dormía, y su hijo y su yerno, herederos del oficio, fueron los encargados de sepultarlo.

Todos recuerdan a Alfredo por las anécdotas que había acumulado durante años a raíz de su profesión. Su vida estuvo marcada también por la tragedia familiar. El 5 de septiembre de 2015 un desafortunado accidente le arrebató a su nieto Miguel y a su pareja Ana, que estaban esperando una hija.

En los últimos días numerosas personas han pasado por la casa de Alfredo, para darle un último adiós. Allí han recordado la figura de este hombre bueno y afable entre chascarrillos y simpáticas anécdotas. Así será recordado el Alfredo, el enterrador de Cambre, que convivió con la muerte y la tragedia.

Estaba bien de salud

El fin de semana pasado, Alfredo Pereiro disfrutó de la feria de Cambre y nada hacía presagiar el dramático desenlace. El lunes por la mañana estuvo tomando unos vinos con unos amigos, y luego se fue a casa a comer. Al llegar a casa sintió un dolor en el pecho, pero no le dio importancia.

Alfredo Pereiro
Alfredo Pereiro, enterrador de Cambre, ha muerto a los 78 años | Cedida

Después de comer salió a pasear con su mujer, y al ver que el dolor no menguaba preparó las cosas para ir al médico. Se duchó, se vistió, y se sentó en una silla donde lo encontraron muerto a los 78 años. “No sufrió, es la parte buena que nos queda”, dice su hija Eva María en La Voz de Galicia.

Pereiro se encontraba en buen estado de forma, y de hecho tenía previsto ir a pasar unos días a Portonovo. Así se lo explicó a un ex policía local de Cambre llamado Moncho, que fue la última persona con la que habló antes de irse a casa. Horas después moriría en su casa, de forma inesperada.

La tragedia que marcó su vida

Alfredo Pereiro, un hombre de carácter bueno y afable, alegraba siempre a los demás con sus chistes y sus anécdotas. Sin embargo, en su interior permanecía latente la tragedia que marcó su vida. El 5 de septiembre de 2015 perdió en un mismo accidente a su nieto, la pareja de este, y a su bisnieta.

Miguel Caridad Pereiro y su pareja Ana Cayazzo estaban presenciando el rally de coches de Carral. Uno de los participantes perdió el control del vehículo y arrolló a una veintena de personas provocando la muerte de siete. Entre los fallecidos estaban Miguel y Ana, una pareja de veinteañeros.

Foto de la pareja
Miguel y Ana estaban a punto de dar a luz | Cedida

Ella estaba embarazada de nueve meses y dos días después del fatídico accidente tenían fecha para dar a luz. Los jóvenes esperaban con la máxima ilusión la llegada al mundo de Candela, y habían cambiado el coche deportivo por un vehículo familiar. En las redes colgaron fotos de la habitación del bebé.

Miguel ayudaba a su abuelo Alfredo en el oficio de enterrador, y recientemente había sido noticia por un incidente con una lápida. La placa de mármol le cayó encima cuando la estaba colocando, aunque no sufrió daños graves. Poco después tuvo lugar el dramático accidente que le arrebató la vida.

Enterrado por su hijo

El accidente del rally de Cambre sigue siendo considerado como la mayor tragedia del deporte español. La desgracia marcó profundamente a su familia y también a su abuelo Alfredo, que llevaba toda la vida en contacto directo con la muerte. Aquella fue una dura prueba para el enterrador del pueblo.

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Aun así nunca perdió el sentido del humor, e incluso un escritor local había tenido la idea de escribir un libro con todas sus anécdotas. Una vez, estando de viaje en Mallorca, una mujer le reconoció y se le acercó para decirle que había enterrado a su marido. “Pues aún no me ha pagado los 50 euros por dejarlo bien enterrado”, le contestó.

El pasado martes, su hijo y su yerno tomaron la responsabilidad de enterrar al enterrador de Cambre. Ocuparon así el puesto que estaba predestinado para su nieto Miguel, que aprendió el oficio de la mano de su abuelo. Abuelo y nieto tenían una relación muy estrecha, y ahora podrán reencontrarse al fin.