Imagen de La última cena en Telecinco con Paz Padilla, Sylvia Pantoja, Isa P. y otros participantes

'La última cena' tiene los días contados: se les ha ido de las manos

La última cena ha empezado con Paz Padilla cuestionada como presentadora y con la audiencia dividida. Analizamos los cinco aciertos y errores que marcarán su continuidad.

La última cena ha regresado a Telecinco con moderado éxito de audiencia. Suficiente para liderar el ranking de más vistos, pero al límite con Antena 3.

El espacio fue el más visto de la noche, cumpliendo su objetivo: entretener a los espectadores sofocados por el calorazo de estos días y la quinta ola complicándoles las vacaciones

La línea entre entretener y provocar vergüenza ajena, en Telecinco es muy frágil y La última cena la traspasó en muchas ocasiones.

¿Qué más da? La maquinaria está perfectamente engrasada, el público de Telecinco sabe lo que hay. Y compra lo que le echen, siempre que cumpla con lo básico: algo del 'chafardeo' habitual, (aparente) improvisación en directo, algún que otro rifirrafe menor y risas y descontrol por doquier. 

La última cena cumple a la perfección con todo. Como idea de verano o para rellenar noches entre los grandes realities de la cadena es ideal. Ahora bien - y ayer se demostró - hay que cuidarlo algo más para que no se derrumbe en agosto. 

De acuerdo, es un espacio menor en la estrategia de Mediaset y tiene aire de refrito de caras, ideas y hasta de plató (el de Sálvame). El público, pero, no es tonto. Si no se eleva más el nivel, puede cansarse y pasarse a la serie turca de turno o a una maratón en Netflix.

Aquí os dejamos nuestra más sincera opinión sobre lo que vimos ayer en La última cena en cinco puntos. En función de cómo evolucionen, La última cena puede ser el éxito del verano o desaparecer antes de la vuelta al cole.

1. Paz Padilla

Paz es de brocha gordísima y ayer estuvo en su salsa. Ni en la presentación inicial, en la que cocinaron una ensalada sobre ella para entrar y bailar en plató, logró la convicción con que abría el programa Jorge Javier Vázquez.

Paz fue Paz, ni más ni menos. Avasalló a la pareja de cocineros, Isa P y Asraf, con preguntas sobre la Pantoja. Lo hizo como una metralleta hasta que logró las lágrimas de la chica (órdenes del pinganillo, a rajatabla y sin tacto alguno).

Se desmelenó, soltó impertinencias varias, intentó hacer reír ensuciándose los dientes con chocolate y no supo sacar toda la punta a invitados, ni a colaboradores. 

Mención aparte merece su surrealista conversación con Lucía Dominguín sobre budismo y pérdida de olfato, llegando a confundir las papilas, con las pupilas. Bastante lamentable todo. Ella lo pasó genial, eso sí.

En redes sociales, la opinión ha sido unánime contra su papel en el programa. En cierto modo, discrepamos. En su parte cachonda y verbenera, estuvo más que correcta. Quizá dando más juego a Nuria Marín (en vez de tenerla encerrada en el lavabo) la cosa ganaría.

2. Sylvia Pantoja, Lucía Dominguín o Kiko Jiménez... famosos de segunda

La última cena es un programa para rellenar el verano y no lo disimula. A la vez es una prueba, a ver hasta dónde aguanta la audiencia. 

Isa P. ya ha perdido puntos en el ranking del famoseo, y más desde que está con el soso y permanentemente ofendido Asraf. 

Con el nivel puesto en ellos, los comensales tampoco hacía falta que fueran nada del otro mundo.

Rafa Mora y Kiko Jiménez, para alimentar el rumor no confirmado entre Kiko y Isa en el baño de una discoteca, tiempo atrás. Cero interés.

Sylvia Pantoja y Pepi Valladares para criticar a Isabel Pantoja y buscar polémica con Isa. P (tampoco salió bien, la chica parece que ha madurado y que ya no le interesa seguir viviendo de criticar a su madre). Alba Carrillo fue la única que jugó bien sus cartas, simpática, ocurrente y consciente de lo que se le pedía. 

La lista de comensales se cerraba con Cristina Cifuentes y Lucía Dominguín que parecían invitadas de última hora en una fiesta. Las típicas que no conocen a nadie, que son más de rock que de reggaeton y que en realidad no saben por qué han aceptado venir.

3. Humor

Concepto ambiguo y subjetivo como pocos. ¿Fue La última cena un espacio divertido? Según los comentaristas habituales de Twitter, no. Aquí estamos convencidos que para la mayor de los espectadores, sí. 

Divertido no es sinónimo de ingenioso o de interesante. También puede provocar risa, el atrevimiento del que no tiene ni idea de cocinar o la vergüenza ajena ante un baile sin gracia alguna. O las caras de asombro de Bosé y Cifuentes.

La última cena va más de eso último, del placer de ver desde el sofá hasta dónde se llega en televisión a la hora de ridiculizar y de hacer el ridículo.

Destacable, no obstante,  el gran papel de Josep Ferré, imitando a una desatada Anabel Pantoja y animando muchísimo el cotarro.

Ferré se ha convertido en un habitual de Sálvame por méritos propios. Y es que borda casi todos los personajes habituales de Mediaset. 

4. La cocina de Isa P. y Asraf

En La última cena, lo menos importante es la cocina, que no la cena en sí. De hecho parece que cuanto peor cocinen, mejor. Esta es una de las diferencias esenciales con la primera edición del juego. Allí había rivalidad, competencia y ganas de lucirse con buenos platos

Aquí no. Lo que ayer hicieron Asraf e Isa P. no es ni de menú de 6 euros. Incluso ellos lo reconocieron. Pero no pasa absolutamente nada.

Es más, incluso añadieron tabasco al plato de Alba Carrillo para darle más guasa al asunto y cachondearse de todo un rato más. 

El papel de los dos cocineros que acreditan la calidad de los platos también fue de traca: primero intentaron ser serios, luego ya vieron de qué iba la historia y se relajaron. Menuda encerrona.

5. El plató de La última cena

¿Qué hacían dos camareros en ropa interior todo el tiempo? Para una cadena tan beligerante con las conductas sexistas, no parece muy coherente su presencia.

¿Por qué hasta que no se sentaron en la mesa, uno tenía la sensación de estar en el camarote de los Hermanos Marx? 

¿Qué necesidad había de tener a Pepi Valladares en una especie de hotel para que probara la ‘comida’ de Isa P. a distancia?

¿Y lo de ir al  lavabo, que nació en la primera edición tras alguna discusión seria en plató, por qué lo forzaban tanto, si no era necesario?

Realmente en este sentido, la sensación era que La última cena se les ha ido un poco de las manos y que no tiene la receta para cocinarlo. Tienen los ingredientes, claro, pero si no los cocinan algo mejor, los programas irán saliendo peor que los platos de Isa y Asraf.

En definitiva, que con La última cena, aprender de cocina, no aprenderemos, pero reír un rato…

Ya llegará otoño para que Carlota Corredera vuelva a ponerse intensa con los dramas del clan Jurado y compañía.